domingo, 24 de enero de 2021

El cambio climático, nuestras decisiones y capacidad de adaptación

La historia climática del planeta Tierra ha experimentado múltiples cambios a los largo de miles de millones de años, desde su formación han ocurrido grandes cambios de temperatura y precipitación que permitió el desarrollo de increíbles ecosistemas y especies como los dinosaurios. Han sido estos múltiples cambios que permitieron almacenar grandes cantidades de biomasa que se convirtió en petróleo y gas natural en procesos que tomaron millones de años. La dinámica climática del planeta ha determinado la aparición y extinción de miles de especies que han moldeado los ecosistemas alrededor del mundo. Pero es desde el aparecimiento del hombre moderno (Homo sapiens sapiens) cuya alta capacidad de adaptación a las condiciones ambientales le permitió colonizar todos los continentes y expander su población hasta alcanzar los 7,8 billones de humanos en la actualidad (2021). Sin duda, un factor clave para la explosión demográfica humana ha sido la estabilidad climática de los últimos 11 700 años aproximadamente, una vez que terminó el último periodo glacial. Dicha estabilidad climática permitió que las comunidades humanas desarrollaran la agricultura en algunos lugares de Siria, China y el nuevo mundo hace aproximadamente 10 000 años. El desarrollo de la agricultura permitió a su vez la domesticación de los animales alrededor del mismo periodo que coincidió con el uso de las especies vegetales para la agricultura.

Si bien la agricultura marcó un hito en la historia de la humanidad, la población humana se mantuvo pobre y con un crecimiento bajo hasta el año 1800 cuando la población total era de apenas 0,8 billones de habitantes en todo el planeta.
Crecimiento poblacional entre 12000 A.C y proyección al 2100. Fuente: Roser y Ortiz-Ospina (2017).
Pero sin duda, el uso del carbón y la extracción de petróleo a gran escala que inicio alrededor de 1850, ha definido el desarrollo, crecimiento económico y la historia de la humanidad hasta nuestros días. El alto potencial energético del petróleo permitió el desarrollo de industrias, transporte, generación eléctrica, e industrias químicas relacionadas que permitieron fabricar fertilizantes y pesticidas y miles de productos de consumo diario. Es así que el siglo 20 fue el del petróleo y su consumo masivo permitió en parte que la población humana crezca hasta alcanzar los 4,4 billones en 1990 y en el 2021 7,8 billones, con una proyección para alcanzar los 11,2 billones a finales el siglo 21.

A pesar de los grandes beneficios que el petróleo trajo a la humanidad en el último siglo, un efecto indirecto es el aumento del CO2 en la atmósfera, que está relacionado al aumento de la temperatura, con repercusiones globales, llevando a que en la actualidad, el cambio climático sea uno de los problemas más serios que debe enfrentar la humanidad. La adaptabilidad de la especie humana a las condiciones climáticas corre peligro por su alta dependencia de los combustibles fósiles y la alteración de los patrones climáticos que determinan nuestra capacidad de produccir suficiente alimento para toda la humanidad. Al año 2020, a pesar de los esfuerzos globales por cambiar la matriz energética, la dependencia del carbón, petroleo y gas natural para mantener el planeta en movimiento sigue siendo alta (Link).  


En este escenario, el cambio climático está finalmente relacionado a las decisiones que tomamos todos los días de acuerdo a nuestros patrones de consumo como individuos y como sociedades y a nuestra capacidad de adaptarnos a las nuevas condiciones climáticas. Desde nuestras decisiones diarias se pueden resolver problemas que, en general, esperamos las resuelvan los gobiernos o las empresas. El cambio climático nos pone frente a desafíos ante los cuales debemos sacrificar parte de la comodidad alcanzada a pesar de la gran inequidad en el acceso a los recursos, bienes y servicios aún presente. En este contexto, quisiera reflexionar sobre algunos temas que influyen en el cambio climático, que definen nuestros patrones de consumo y determinan nuestra capacidad de adaptación.

1) Subsidio a los combustibles fósiles
 Los subsidios en la economías permiten mantener determinados equilibrios que en teoría deberían ser temporales o ayudar a los más débiles en una sociedad. Sin embargo, en el caso del Ecuadr este tipo de subsidios a los combustibles terminan beneficiando en general a las personas con un mayor nivel de ingresos y con alta capacidad adquisitiva. Y al no tener una temporalidad definida, su revisión puede provocar fuertes reacciones sociales como las ocurridas en Ecuador en octubre de 2019. En términos de emisiones de Gases de Efecto Invernadero, dichos subsidios han permitido que el reemplazo de vehículos a gasolina o diesel por vehículos eléctricos, por ejemplo, sea un proceso que tomará mucho tiempo debido al bajo coste de los combustibles fósiles, por tanto, manteniendo o incrementando las emisiones de GEI del sector transporte. Otro caso anecdótico en Ecuador representa el subsidio al gas de consumo doméstico, cuyo precio oficial de $1,60 que en muy pocos lugares se respeta y que beneficia a los distribuidores en ciudades como Quito o Guayaquil que pueden cobrar hasta $3,50 por cada tanque de 15 Kg. Las consecuencias de esto son claras, no hay un incentivo para reemplazar cocinas a gas por eléctricas, o reemplazar calefones a gas por sistemas de calentamiento de agua solares. Al final del día, la decisión del consumidor será mantener lo que le cuesta menos y poco incentivo tenemos para reemplazar los poco eficientes calefones por calentadores solares por ejemplo. Mientras esos subsidios se mantengas poco interés generará  en el consumidor cambiar por alternativas menos contaminantes y con menores emisiones de gases de efecto invernadero. Estos subsidios impiden la innovación para la generación de energía con fuentes alternativas como la solar. 

2) Comodidad
A pesar de todas las malas noticias que vemos a diario en cada noticiero o en las redes sociales, el petróleo, principalmente, ha permitido que disfrutemos de un nivel de comodidad pocas veces disfrutado por ninguna generación de humanos en el pasado. A pocos clicks podemos adquirir cuanto producto deseamos y traerlo del otro lado del mundo, claro está que cada click tiene su carga de emisiones en todo el proceso de compra, desde las emisiones que generan dichos productos, su transporte y su reciclaje, en el mejor de los escenarios. Esta comodidad de la que disfrutamos también hace posible que compremos chocolates de Suiza con cacao que se envía de Ecuador y una huella de carbono muy alta. El chocolate es solamente uno de los mucho ejemplos de la comodidad de disfrutar de productos que hasta hace algunas décadas no se podían encontrar en nuestro país. Esto ha hecho que ahora sea más cómodo y económico adquirir manzanas de Chile o California que las cultivadas en el centro del país. Claro está que los bajos precios del transporte permite que esto ocurra y las emisiones de gases que esto genera y de lo cual muy pocas veces estamos conscientes cuando adquirimos un producto en un mercado o supermercado.

Últimamente hay una creciente preocupación por otro de los subproductos del petróleo, quizá uno de los más útiles y versatiles que se fabrican, los plásticos. Los plásticos inundan los basureros y rellenos sanitarios y en gran parte son plásticos de un solo uso como botellas, sorbetes, contenedores, fundas, tenedores que los usamos comodamente por unos pocos minutos y los desechamos sin medir el impacto de las emisiones que generan en todo su proceso de fabricación y reciclaje, si ocurre. Esta comodidad alcanzada es difícil de romper o sacrificar, a pesar de muchos esfuerzos que se realizan a diario por personas y organizaciones alrededor del mundo. 

En nuestra manos está rechazar todos aquellos productos plásticos innecesarios ya que el reciclaje no es siempre la mejor opción ya que la mayoría de los plásticos no son reclicados y terminarán en un relleno sanitario por cientos de años.

3) Políticas públicas
En términos generales, las políticas públicas locales guían en gran medida nuestro comportamiento como consumidores. Leyes débiles, sistemas de control poco eficientes, normas obsoletas, subsidios mal entendidos, provocan que se incentiven, a propósito o no, patrones de consumo de productos con altas emisiones que contribuyen al cambio climático. Y sobre este tema, nuestras decisiones sobre a quiénes escogemos como nuestros representantes también tiene consecuencias sobre el cambio climático. Se convierte en una obligación informarnos más, participar más, preguntar más y presionar más a las autoridades para que las políticas públicas consideren seriamente el cambio climático en cada decisión que se tome.     

Por tanto, el cambio climático no es un problema lejano ni que se resolverá en cumbres políticas interminables sino desde la reflexión individual, el conocimiento del problema y nuestra capacidad de tomar decisiones todos los días que no estén condicionadas a lo que los grandes contaminadores determinan. Cada uno puede optar por consumir productos locales, viajar menos en vehículos privados, rechazar plásticos innecesarios y sobre todo, tener claro que el cambio climático tiene mucho que ver con nuestras decisiones diarias.   

1 comentario:

Anonimus dijo...
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